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Crónica de Jules: las vibes del house

Preparo mi cartera con el lip combo, el tabaco y unos chicles, literal es lo único que voy a necesitar. Me arreglo, obviamente. Pero sé que cuando termina la noche, mis chances de quedar impoluta se van al mismo tacho donde cayó mi reserva de esperanza de vivir del periodismo musical.

Así es que con hambre de no pensar en el actual mercado laboral, que es algo que nos atraviesa a todas, nos vamos poniendo más a tono con la noche que se avecina. Re manijas de bailar entre todas. Decidimos ir a la fiesta que organiza Valen, conglomera todas las características para que el grueso de mis amigas quieran salir. Es una fiesta de house, en Club de Pescadores, se puede charlar, es estéticamente linda, es la Vibes. No todas me quieren acompañar a triturar el cuerpo contra un sublow mientras suena un kick en 4x4 super mecánico.

Primera parada: baño. Me meo desde la casa de Cat que dejamos atrás hace un rato. Estamos todas listas y salimos eyectadas de manera automática a la pista. Tenemos que encontrar nuestro spot. Una vez dije que adelante a la derecha era un lugar misterioso, en esta fecha estuve ahí. Se parece al adelante a la izquierda, pero un poco más charlado.

La verdad que es increíble como el house tiene, en su génesis, en su misma composición, en su sonido, este sentimiento de felicidad y de unión. Recordemos que era la banda sonora de las disidencias sexuales, de las personas latinas y de las personas negras en los 80s, cuando un aparato estatal y una sociedad te persigue por tus decisiones individuales, estas personas, de manera colectiva, resistían y se unían a través de este sonido.Hoy, 40 años más tarde, quizás el house ya no es resistencia en el mismo sentido, pero sigue siendo refugio y ritual para muchas identidades disidentes. Y también es una herramienta para juntarnos, incluso cuando nos persiguen otras cosas: la ansiedad, la política, la adultez. Pero salir a entrenar el cuerpo con amigas al ritmo del groove es una medicina que yo elijo y me sirve.

La fiesta tiene algo contradictorio: ¿por qué me relaja si hay TAAANTO diálogo?. Todo es parte de la charla. Los estímulos lumínicos, los cuerpos transpirados, la decoración, el humo, los colores. Pero al mismo tiempo, es super orgánico y organizado, no me disturba. Estoy leyendo un libro que habla de la felicidad, de Schopenhauer, jaja un referente del pesimismo hablando de felicidad? pues sí, y lo hace genial. Dice que es totalmente irreal que nos enseñen que la felicidad está todo el tiempo en lo sano. A veces la felicidad está en los excesos, en los lugares caóticos, en disfrutar bailar bajo un manto de humo con alcohol en sangre con amigas, portarte mal, y volver a tu casa como si nada hubiese pasado. Y creo que eso es lo que me encanta y relaja de la fiesta, que sea efímera.

Bueno, salgo de lo filosófico para volver a la fiesta. Tocó un referente del house: Ale Castro. También me gusta porque es mendocino, y siempre hay que bancar a sus raíces. Pero para mí, las estrellas de la noche fueron Slot y Decri: se mandaron un set increíble. Diseñado para hacerte bailar. Lo que más me gustó de lo que tocaron fue que no necesitaban pegarte una piña para sacudirte: te agarra de la cintura con un bajo groovero, te hace mover los hombros con los hi hats, y te mete en una hipnosis suave pero constante. Es un género que no explota: se desliza. Y cuando lo mezclan bien, como hicieron Slot y Decri, se convierte en un viaje sin baches. Cada track tenía una intención. Nada estaba puesto porque sí.

La verdad, que no esperaba quedarme hasta el final, la vibra de mis amigas y la Vibes lo lograron. Eran las 6:15 de la mañana y yo en un taxi que no sabía si me iba a alcanzar, demasiado fin de mes para estar tomándome taxis, con la ropa con olor a humo, el cuerpo totalmente destruido pero al mismo tiempo sintiéndome más liviana de lo que entre.


Escrito x Julia Bartolini